6. Universidad ágil
La docencia, la investigación y la gestión universitarias se han visto inundadas por una avalancha y un incremento exponencial de cargas administrativas y burocráticas en unas estructuras de gestión ya de por sí anticuadas, deficientes y nada profesionalizadas.
Resulta imprescindible afrontar una modernización de la Universidad que la libere del estrangulamiento burocrático, de las trabas que con cada nueva normativa (véanse, por ejemplo, los efectos de la aplicación de la nueva ley de contratos públicos en nuestro funcionamiento cotidiano) con cada nueva convocatoria de ayudas, con cada nuevo requerimiento de las agencias de evaluación que asfixian de una forma absolutamente desproporcionada la gestión académica y las tareas de investigación. Hemos convertido lo accesorio en principal, la justificación administrativa de nuestra actividad académica e investigadora se ha erigido en nuestra principal actividad, hemos colonizado burocráticamente el tiempo de estudio y de reflexión serena del que nace el saber que fundamenta nuestra dedicación docente. Debemos abordar sinceramente este gravísimo problema que aqueja al funcionamiento de nuestro sistema universitario y que tanto desmotiva, desincentiva y desmoviliza a la comunidad universitaria.
Y es necesario adaptar la estructura y los procesos académicos y administrativos a las nuevas dinámicas y demandas que hoy se exigen a la Universidad. Nuestras estructuras y nuestros procesos deben adaptarse al cambio continuo, aprender del fracaso y del éxito y en un proceso continuo de mejora, vencer las inercias y resistencias corporativas que rehúyen lo que no les resulta familiar.
Nos falta apoyo y recursos para dotarnos de una estructura más ágil, más eficaz, que descanse en la profesionalización, la especialización y simplificación de la gestión universitaria.
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