7. Universidad ciudadana
La Universidad y la ciudad son una realidad institucional indisoluble, porque ningún proyecto de ciudad se entiende sin su dimensión universitaria, como ninguna actividad de la Universidad de Granada puede pensarse sin su repercusión en su entorno ciudadano.
La UGR debe ser motor de desarrollo económico y social de nuestro entorno. La necesidad de construir un nuevo modelo socioeconómico y la innovación social necesaria para producirlo deben ser una oportunidad para contribuir desde la Universidad a dar una respuesta integral y estructurada de la sociedad ante estos desafíos. La UGR debe convertirse en palanca de apoyo sobre la que generar crecimiento económico y empleo y consolidar una posición de vanguardia que permita a nuestro territorio mantener en el futuro un elevado nivel de bienestar económico y social.
En la sociedad del conocimiento la UGR debe ser capaz de ofrecer a la ciudad, a la provincia y a su entorno económico y social el liderazgo científico y social para abordar los grandes retos globales que tendremos que afrontar en los próximos años como el progresivo envejecimiento de la población, la globalización, la evolución de la tecnología, el mundo digital y la sociedad de la información, la apuesta por las tecnologías limpias y la sostenibilidad. Y desde esa posición tejer alianzas, construir ciudad con todas las instituciones colectivos, y grupos de la sociedad civil.
La Universidad es una institución que solo tiene sentido si su actividad es puesta al servicio de la sociedad. Es necesario transferir la masa crítica de conocimiento a la resolución de los problemas sociales más acuciantes de nuestro entorno, de nuestros barrios, de nuestras ciudades. La Universidad como servicio público se pone al servicio de la ciudadanía y de sus problemas reales, proporcionando y facilitando la generación de soluciones para la vida cotidiana. Al servicio de la igualdad y del bienestar de los ciudadanos, de su salud, de la educación, de la inclusión o de la diversidad.
En la Universidad generamos y transmitimos los conocimientos más avanzados y especializados, formamos élites profesionales, pero sobre todo la Universidad debe contribuir a formar ciudadanos críticos, libres y responsables. Es el mejor legado que la Universidad puede y debe ofrecer a una sociedad tan necesitada de valores, de un rearme moral que ponga los derechos humanos, la solidaridad, el respeto a ley y a la democracia como horizonte.
Y la Universidad del siglo XXI como ente con una gran masa de pensamiento y de caudal creativo en su seno tiene que ser un fuerte agente cultural. Debe hacerse visible por medio de acciones culturales en plena complicidad con las instituciones y con la sociedad civil en la que se inserta. Y paralelamente a su dimensión investigadora y docente, debe ser capaz de construir plataformas culturales desde donde tener un papel relevante en la transformación de la sociedad.
Por ello, la UGR debe mantener y consolidar su papel como horizonte cultural en las ciudades en las que está radicada. Es importante situarnos en primera línea de actuación para dar visibilidad a nuestros activos internos (patrimonio artístico, científico y bibliográfico) y, al mismo tiempo, emprender acciones externas de alto nivel que otorguen a la UGR el liderazgo en los circuitos culturales y normalicen su papel dinamizador de la sociedad.
En la ciudad de Granada trabajamos juntos para poner al servicio de la comunidad lo mejor de nuestras instituciones y hacer permeables sus decisiones en los ámbitos no solo de la cultura, sino también de la movilidad, de la estructuración urbanística, de proyectos de desarrollo económico y de sostenibilidad ambiental, de innovación social o de la cooperación y solidaridad. La ciudad cuenta con nuestra lealtad y nuestro compromiso de poner la conmemoración de nuestro V Centenario al servicio de la candidatura de Granada como Capital Europea de la Cultura en 2031.
Por su parte, son ya varias décadas de presencia en las ciudades de Ceuta y Melilla contribuyendo a la formación de profesionales en ámbitos del conocimiento como el educativo, sanitario, informático o empresarial, además de proyectar ciencia y cultura en aquellas ciudades del norte de África. Nuestra misión educativa como Universidad debe impulsarnos a tender puentes de conocimiento, canales de compromiso con esas dos ciudades que ayudan a contrarrestar esa dura y persistente realidad del Mediterráneo que geográficamente nos separa convertido hoy en un mar de tragedias humanas.
Son formas de “hacer ciudad”. Porque somos y queremos ser una “Universidad Ciudadana”. Una Universidad que no solo “está” en la ciudad, sino que “es” y contribuye a hacer ciudad.
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