3. Universidad de excelencia e innovación
Defendemos una Universidad que transite el camino de la excelencia en la docencia y abierta al talento y la innovación en la investigación y la transferencia.
La sociedad del conocimiento nos exige respuestas que involucran directamente a la Universidad; respuestas que por tanto atañen a todos los que formamos parte de la comunidad universitaria. Por ello, resulta necesario movilizar a la comunidad universitaria para que, en momentos como el presente, manifieste la plenitud de sus capacidades como servicio público de y para la sociedad.
La UGR se juega su futuro en este nuevo contexto en la capacidad de generar, transmitir y transferir un conocimiento altamente cualificado. Sin duda alguna con una enseñanza de calidad, con un posgrado diferenciado y competitivo, pero también con investigación de calidad contrastada que ofrezca soluciones a los nuevos y continuos retos de nuestra sociedad globalizada.
Por ello, nuestro proyecto de Universidad representa un nuevo impulso para avanzar en una docencia de excelencia. El estudiantado es el sujeto prioritario y activo del proceso de aprendizaje y formación. La excelencia de la docencia debe necesariamente combinar excelentes docentes con excelentes estudiantes, la unión de ambos se retroalimenta y potencia, convirtiéndose no solo en una aspiración para el sistema educativo, sino en una exigencia moral para con las nuevas generaciones. Estamos en una época de cambios y la Universidad tiene que ser sensible a todos ellos aspirando a dar respuesta a los intereses y expectativas de una comunidad que tiene que seguir haciendo de la excelencia uno de sus principios directores. Por todo ello, nuestro reto para el futuro debe ser seguir impulsando una docencia de calidad al más alto nivel, que favorezca la integración de nuestros egresados en el ámbito laboral.
El futuro de la Universidad pasa por la apuesta por el talento, la creatividad y la inteligencia de las personas, por la innovación científica y social. No hay futuro para la Universidad si no somos capaces de generar conocimiento cualificado en un mundo en el que ya no tenemos el monopolio exclusivo en la generación de conocimiento y en la formación de profesionales cualificados y competitivos.
Nuestra política científica debe apostar por la innovación y la transversalidad promoviendo la investigación inter y multidisciplinar, creando redes, unidades y grupos capaces de hacer frente a los problemas complejos y multifactoriales de nuestra sociedad. Crear conocimientos trascendiendo los tradicionales ámbitos y disciplinas académicas.
En la sociedad del conocimiento, la Universidad debe saber distinguir entre las preocupaciones de la sociedad civil y las preocupaciones del mercado que no son coincidentes necesariamente. Debe saber evitar el riesgo de abrir una asimetría entre los distintos saberes e incluso entre las propias funciones universitarias. Hoy más que nunca hay que volver a proponer un nuevo diálogo entre el saber científico-tecnológico y los saberes científico-sociales y humanistas, necesario para el avance integral del conocimiento humano, y situar en el centro de nuestra actividad la relación docente entre profesores y estudiantes para formar profesionales cualificados pero, sobre todo, ciudadanos críticos, libres y responsables.
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