Puertas que se abren, por Juan Mata

Durante el mandato de la actual Rectora de la Universidad de Granada, Pilar Aranda Ramírez, he tenido ocasión de participar en algunas de las iniciativas más importantes, a mi juicio, de los últimos años. No son iniciativas de una gran repercusión social o mediática. Son más bien iniciativas minúsculas, apenas perceptibles, pero cuya trascendencia valoro mucho. Las he vivido en la Facultad de Ciencias de la Educación, concretamente en su magnífica biblioteca.

Suele formar parte de los discursos oficiales la defensa de una universidad social, una universidad abierta a todos. Se usa de modo recurrente, en las ocasiones más solemnes y en las declaraciones más cotidianas. Es una proclamación que da prestigio a quienes la hacen, pero por lo general apenas compromete a nada, apenas se transforma en hechos. La defensa del carácter social de la universidad no hace otra cosa, sin embargo, que dar pleno sentido al concepto de ‘universidad pública’. Pienso que no hay mayor satisfacción para quienes trabajamos en la Universidad de Granada que saber que nuestras investigaciones, reflexiones o descubrimientos beneficiarán, de un modo u otro, al conjunto de la ciudadanía y que esa ciudadanía lo sabe y lo aprecia.

Por eso, cuando esa defensa del sentido abierto y público de la universidad se traduce en hechos, en proyectos concretos, me siento satisfecho y recompensado.

Los proyectos que el actual equipo de la Rectora, a través del Vicerrectorado de Extensión Universitaria (denominación que condensa todo lo dicho anteriormente), ha puesto en marcha en la dirección que antes indiqué merecen todo tipo de reconocimientos y parabienes.

El proyecto EducaUGR me parece particularmente modélico, digno de continuar y ampliarse. Es un proyecto que persigue el sueño de hacer que los escolares de la provincia de Granada perciban que la Universidad de Granada es accesible y no solo porque haya rampas que faciliten el tránsito de personas con movilidad reducida, sino porque constaten que el patrimonio de la Universidad de Granada, tanto el arquitectónico como el científico y cultural, les resulta próximo, alcanzable.

De las numerosas iniciativas que conforman el proyecto EducaUGR quiero resaltar la que se realiza en la biblioteca de la Facultad de Ciencias de la Educación con el título de ‘Mañanas de cuento’, gracias a la cual, dos o tres veces al mes, escolares de todas las edades, desde Educación Infantil a Educación Secundaria, incluso estudiantes de Educación Secundaria para Adultos, visitan la facultad y mientras un grupo realiza actividades  artísticas, otro acude a la biblioteca, concretamente al espacio recientemente remodelado para albergar exclusivamente los más de 13.000 volúmenes de literatura infantil y juvenil que hay allí, para realizar un encuentro en torno a las palabras y los libros.

En esos encuentros se producen lecturas y conversaciones que resaltan el significado más auténtico de la universidad: grupos de personas hablando y reflexionando sobre el mundo en el que vivimos y las personas que lo habitamos. Que esos intensos diálogos se produzcan en un espacio universitario le otorgan un valor simbólico que los hace aún más apreciables. Los asistentes comprueban que la Universidad de Granada, su universidad, les abre las puertas y los acoge, les reconoce capacidad de pensar y les brinda oportunidad de decir lo que piensan. Considero que no hay mejor carta de presentación que decirles que la universidad es un lugar donde se gesta y se expande pensamiento. La huella intelectiva y emocional de esas incursiones en las entrañas de la Universidad de Granada puede ser imborrable.

Estimo mucho los proyectos que abren, que inauguran, que promueven, más aún si van dirigidos a los más jóvenes. Por esa razón, lo emprendido en ese sentido por el equipo de la actual Rectora, Pilar Aranda Ramírez, me parece admirable, digno de prolongarse en el tiempo.

Juan Mata

Profesor jubilado de la Universidad de Granada

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